sábado, 25 de junio de 2011

Crónicas de Aventura. Página 12.

El viento era frio, soplaba con fuerza entre las hojas de los árboles. Las oscuras nubes no dejaban entrar ni un mísero rayo de luz al sendero que cruzaba el bosque. Meriele solo podía observar como su fin y el de sus compañeros de viaje se acercaba. Recordaba sus días junto a ellos en Cima del Salto, como los había conocido, todos los buenos momentos… pero sobre todas las cosas, había una que no se le iba de la cabeza. Boreno. Si el musculoso guerrero estuviera frente a ese gran oso, hubiera sacado su mandoble atravesando el corazón de la bestia. Pero no estaba, y solo quedaba ella. Intentó recordar los conjuros que su maestro Nimozaran, maestre del gremio de magos de Cima del Salto le había enseñado. De sus manos podría hacer brotar fuego, pero para ello debería acercarse demasiado, y además, podría quemar a sus compañeros. Entonces le vino a la cabeza una idea, sacó de entre los pliegues de su túnica un trocito de madera, mientras lo movia entre sus dedos, susurro al viento, y al instante, al otro lado del camino, surgieron una lucecillas que parpadeaban y los sonidos de un jabalí. El oso se giró, acudiendo hacia las curiosas luces y los sonidos del jabalí, momento que aprovechó para dar a Bree la última pócima que llevaban encima, y tratar de sanar a Patrin, quien no tardó en volver en sí. El caballero pidió el favor de su diosa, quien le otorgó el poder de sanarse. La primera idea, era escapar, seguramente el oso volvería, pero el Paladín tenía cuentas pendientes con el oso. Así que se prepararon para su vuelta, Patrin se quedó firme en el sendero, mientras que Bree y Meriele, esperaban en el bosque junto al sendero, escondidas, esperando para atacar por sorpresa. Como era de esperar, el oso no tardó en volver, la bestia se lanzó al ataque, confiada ante una presa fácil, pero Patrin ya estaba preparado y asestó el primer golpe, Bree salió de entre los árboles flanqueando al oso, su espada corta se clavó atravesando una pierna del oso, lo que le hizo desequilibrarse, luego Meriele atacó lanzando su rayo de fuerza, y no tardaron en acabar con el enorme oso.

Estaban cerca de la fortaleza. De su objetivo. De un mal que cada vez parecía ser más poderoso y peligroso. Pero estaban cansados, heridos, Bree había perdido su armadura de cuero durante el combate, el escudo de Patrin había recibido tantos golpes, que apenas podría aguantar alguno más, Meriele se había quedado sin pócimas y sus poderes la habían cansado en exceso. Ante esta situación, decidieron volver a Refugio Invernal.

Una vez en el poblado, fueron a visitar a al enano herrero, quien les suministro nuevo material. Patrin se hizo con otra espada larga. Estaba muy lejos de la calidad de bebevidas, pero seguro que atravesaría la piel de cualquier bestia. Meriele compró alguna pócima, y Bree consiguió que le adaptaran una armadura de cuerdo humana a su talla.

Una vez preparados y descansados, volvieron al camino dirección de la fortaleza del páramo oscuro. Esta vez tomaron mayores precauciones. La Mediana se adelantó, y bordearon el camino, atentos a cualquier posible peligro, así, consiguieron llegar hasta su destino sin contratiempos. La fortaleza estaba más oscura de lo que recordaban, Bree fue la primera en bajar. En la sala de la entrada hacía bastante más frio que en exterior, y estaba mucho menos iluminada. Cuando llegaron por primera vez, eran 4 o 5 las antorchas que ardían, ahora, solamente lo hacía una, y seguramente, no tardaría mucho en apagarse. Cuando bajaron Meriele y Patrin, decidieron seguir recto, directos hasta los pasillos de las runas y los zombis. Una vez llegaron hasta la primera runa, Patrin se quitó su armadura completa. Tardaron 15 largos minutos, Meriele no dejaba de mirar a uno y otro lado, hacia la oscuridad del final de los pasillos, allá donde no llegaba la luz mágica que había convocado para iluminar su camino. Una vez el enorme dracónido se quitó la armadura, los tres saltaron la runa, y siguieron hasta la siguiente. Volvieron a saltarla, y Patrin comenzó el largo proceso de colocarse de nuevo las piezas metálicas. Apenas llevaba un par de minutos, cuando escucharon un lento y rítmico movimiento acercarse por el pasillo. De la oscuridad surgieron los cadáveres de los hobgoblins que días antes creían haber enviado al infierno. Si lo hicieron, estaban de vuelta otra vez. Esta vez, Meriele no tuvo ninguna duda, dibujó un círculo con sus dedos en el aire, recitó palabras arcanas y una esfera de fuego surgió frente a los zombis. Los zombis empezaron a arder, dos de ellos, consiguieron pasar por un costado de la esfera, pero al llegar, Patrin y Bree los recibieron con acero. Los otros dos Zombis ardieron por las llamas.Tras acabar con los zombis, Meriele lo tenía muy claro, y dijo a sus compañeros: " La próxima vez, sin Boreno, no venimos !!! "

Siguieron avanzando, llegaron a la sala que llevaba a las escaleras, donde días atrás lucharon contra la araña gigante, los hobgoblins, y de donde tuvieron que huir malheridos. Bree se adelantó. Esta vez, quiso inspeccionar la sala, y encontró una pared que le resultó extraña. Se acercó, y consiguió distinguir un dispositivo, una especie de cerradura. Sacó las ganzúas, y con increíble destreza, consiguió abrir el mecanismo. La puerta secreta se abrió lateralmente para revelar una estancia pequeña y desnuda. Si esta habitación oculta contuvo una vez un tesoro, parecía que alguien la había vaciado de sus valiosas posesiones. Estaban a punto de darse la vuelta, cuando Meriele escuchó algo, la maga advirtió que la pared en el extremo más lejano de la cámara parecía brillar e incluso vibrar ligeramente. Bree, curiosa por naturaleza, la toco con la mano, viendo como sus dedos traspasaban la pared. Fue Patrin, quien acto seguido, introdujo su cabeza, atravesando la pared, tras la cual le esperaban cuatro zombis que intentaron agarrarlo sin éxito. No tardó en sacar la espada, y junto a Bree, acabar con ellos.

El área detrás de la pared falsa parecía una armería. Contenía dos estanterías con armas, y un soporte cobre el que descansaba una desvencijada armadura completa. Encima de la estantería con armas un placa de acero con un grabado de una armadura completa, emitió una voz atronadora, que en idioma común, dijo:

Un tesoro maravilloso,

De gran valor para todos, por muchos anhelado.

En la victoria y la derrota hallado,

Más nunca en el fondo del cofre de un tesoro.

Te precede, cual heraldo,

Y pervive mucho después de que te hayas marchado.

¿De qué hablo? “

Durante un instante, los aventureros se quedaron pensativos. Pero fue el Paladín quien rompió el silencio para dar la respuesta. Al momento, la armadura del estante comenzó a refulgir y de la chatarra, paso a transformarse en una brillante armadura de escamas de hierro negro. Fue Patrin quien tomó la armadura. Se la colocó, y pronto sintió el enorme poder que poseía la armadura.

miércoles, 22 de junio de 2011

Crónicas de Aventura. Página 11.

De vuelta en refugio invernal, el grupo llevó ante Lord Padraig a la Elfa Ninarán, quien fue inmediatamente encarcelada. Patrin acordó con Lord Padraig que no sería sentenciada hasta su vuelta, pues debían volver a la fortaleza del páramo sombrío. Boreno, se encontró esa noche extrañamente cansado, y sentía cierto entumecimiento en uno de sus fuertes brazos, por lo que decidió, sería mejor descansar un tiempo. Meriele reapareció con ganas de aventuras y junto a Bree y Patrin, partieron por la mañana bien temprano. Tomaron camino al norte, por el viejo camino que llevaba a la derruida fortaleza. El camino discurría entre árboles, una zona ligeramente boscosa. El viento azotaba con fuerza, y el cielo, cubierto de negras nubes, no presagiaba nada bueno. Las ramas de los árboles se agitaban con más y más fuerza a cada paso, bandadas de pájaros surcaban los cielos, alejándose del lugar. Despistadas con el temporal, Bree y Meriele no se percataron de la amenaza que apareció de entre los árboles, no así Patrin, quien pudo desenvainar su espada Bebevidas antes de que un par de jabalís, salieran a toda velocidad en dirección de los tres aventureros. El primero de ellos, acertó a la mediana en un costado, lanzándola por los aires, el segundo, hizo lo propio con Meriele, quien aterrizó de bruces unos metros más lejos. Patrin lanzó un espadazo contra uno de los jabalís, y fue entonces cuando descubrió que la piel de esas enormes bestias era más dura de lo que podía parecer. Bree consiguió ponerse en pie con el costado totalmente dolorido, sacó su ballesta y disparó al jabalí, Meriele hizo lo propio, susurró unas palabra y un rayo de fuerza plateado impactó en el jabalí, el cual tras recibir el impacto, volvió a cargar contra la Maga Eladrin, lanzándola por los aires contra un árbol, luego la bestia se giro y con sus enormes colmillos golpeó a Bree, quien cayó al suelo inconsciente. Patrín dio otro espadazo al jabalí que tenía junto a él, y vio como el jabalí se retiraba hacía el interior del bosque. En un principio el draconido pensó que la intención de la bestia era volver a atacar pero cogiendo carrerilla, sin embargo pronto descubrió la verdadera razón de la huída. Un lobo gris salió disparado desde el lado este del camino, cruzándolo como un destello en busca del jabalí huido. Otros dos lobos llegaron también, y se enfrentaron con el jabalí que estaba junto a Bree. Ante esta nueva situación, Patrin llegó hasta Meriele, buscó entre las pertenencias de ésta, y le dio de beber una pócima que llevaba en la mochila. Después, aprovechando la confusión, consiguió sacar a rastras a Bree, se apartaron un poco, y le impuso las manos. Las heridas de Bree se cerraron al instante, y la mediana volvió a ponerse en pie. Meriele lanzó de nuevo un rayo de fuerza a uno de los lobos, el cual se dio media vuelta y fue a atacarla, pero Patrin se puso en medio, le apartó el hocico con el escudo, y acto seguido su espada voló sobre la bestia de grandes colmillos. Bree volvió a disparar su ballesta, y entre los tres acabaron con el lobo. Los otros dos lobos, seguían luchando con el jabalí, y lograron tumbarlo entre fuertes dentelladas y profundos garrazos. Una vez la presa había caído comenzaron con el festín, momento que los aventureros aprovecharon para escapar.

Mientras caminaban a paso vivo, se curaban las heridas y cogían aire, sin dejar de mirar atrás. El cielo era cada vez más oscuro, y llegaron hasta el comienzo del sendero, que se internaba por el bosque y llevaba hasta la fortaleza. No dudaron en entrar y dejar tras de sí el peligroso camino. Bree no dejaba de agarrarse el costado, ya no le dolía tanto, pero el golpe había sido fuerte. Meriele tenía moratones por todo su cuerpo y el golpe contra el árbol le había dejado la espalda muy dolorida. Patrin fue de nuevo el único que tuvo tiempo de reaccionar, pero no lo suficiente para evitar que Bree recibiera el zarpazo de un oso enorme. Sus dientes eran como enormes cuchillos, sus garras más afiladas que los puñales de un asesino. La armadura de cuero de Bree quedo hecha jirones, el pecho le ardía, y pronto la sangre comenzó a brotar de su pecho, Patrin lanzó una estocada al enorme oso que había aparecido de entre los árboles. El oso salió entonces al estrecho sendero, y como entrado en frenesí, sus garras comenzaron a bailar al son de una música que solo él parecía escuchar. Las garras volvieron a atravesar a Bree por su espalda, Meriele recibió otro garrazo, rasgándole la túnica por completo. Patrin ni tan siquiera pudo colocar el escudo entre él y el enorme oso, quien le propino un fuerte golpe. Bree intentó golpear con su espada corta al oso, pero no consiguió acercarse lo suficiente sin arriesgarse a recibir otro garrazo. Patrin salió del sendero, con un rápido movimiento, rodeó un árbol, situándose justo detrás del oso, y lanzando su aliento de ácido, pero lo que recibió el ácido fue el árbol, ni una sola gota impactó en el oso. A la vez que lanzaba el ácido, sus manos, agarrando fuertemente a bebevidas, su espada mágica, lanzaron un feroz ataque contra el oso, pero por desgracia, el ácido hizo que una rama del árbol cayera, golpeando en la espada, y haciendo que el arco que dibujó el filo de la espada, cambiara repentinamente de trayectoria, eligiendo como nuevo objetivo, una piedra que sobresalía en el suelo junto al árbol. La espada explotó en mil trozos, y durante un segundo, una intensa luz inundó el lugar. Patrin ¡había perdido su espada!

Meriele se internó en el bosque, intentado escapar de la vista del oso. La bestia volvió a lanzar sus feroces garras contra la mediana, el golpe le hizo caer al suelo y perder el conocimiento. Patrin sacó una espada larga que siempre llevaba de repuesto, y con una rabia salida de lo más profundo de su ser, se lanzó contra el oso, con tal desgracia, que la misma piedra, que segundos antes había hecho añicos su espada mágica, le hizo tropezar, cayendo al suelo, y golpeándose la cabeza con la raíz de un árbol. El testarazo lo dejó inconsciente, la sangre le brotaba por la cabeza a borbotones. Solamente quedaba la maga, debía hacer algo, o esto sería el fin para todos…

domingo, 22 de mayo de 2011

Crónicas de Aventura. Página 10.

Bree abría la huída mientras Boreno cargaba con el enorme peso que suponía su compañero caído. Volvieron hasta el primer piso, y se resguardaron en un pequeño almacén. Tumbaron a Patrin, Bree sacó de su mochila unos trapos, los mojó con un poco de agua, limpió las heridas del paladín, y tras darle de beber un poco de agua, recuperó la consciencia. Estaban demasiado débiles, si les encontraban en ese pequeño almacén podían darse por muertos por lo que volvieron al bosque que rodeaba la fortaleza, y se alejaron hasta lo que suponían un lugar seguro y resguardado entre varios árboles y arbustos. Decidieron descansar en el lugar, dejando que Patrin fuera el primero en dormir. Pero no pasó mucho tiempo, cuando unas voces los despertaron. Bree se subió a lo alto de un árbol y consiguió ver a unos goblins junto con unos dracos. Ya se habían enfrentado con esos reptiles, y por lo que parecía, les estaban siguiendo la pista. Patrin optó por tirar varios trozos de comida hacia un lado, huyendo los tres por el lado opuesto. Boreno pensó que sería buena idea encontrar algún rio y cruzarlo para evitar dejar un rastro claro, pero no conocía la zona, así que finalmente, optaron por volver a Refugio Invernal.

Cuando llegaron vieron que las puertas de la ciudad estaban cerradas. Varias figuras se encontraban apostadas con armas encima del parapeto. Una de esas figuras era Lord Padraig, quien les saludó mientras se acercaban. Entonces, les gritó: “¡Estamos en peligro! Varios aldeanos han desaparecido y los muertos del cementerio han salido de sus tumbas”

La noticia era de lo más desalentadora. Había anochecido, estaban cansados, heridos, y ahora esto. Así que junto con Lord Padraig decidieron que lo mejor sería descansar por la noche y a la mañana siguiente investigar el cementerio.

Les fue bastante sencillo conciliar el sueño, les pesaban las piernas, les dolían los brazos y las heridas, pero las camas de la posada Wrafton parecían las más cómodas de todo el valle de Nentir. Por la mañana se despertaron temprano, Salvana Wrafton les tenía un delicioso desayuno preparado, leche caliente, panecillos recién hechos, miel, queso… tras darse un buen atracón, Boreno que había devuelto la espada bebevidas a su propietario, fue a ver al herrero, Thair, quien le suministro de un gran arsenal, un nuevo espadón, un escudo… Bree también necesitaba una espada corta, la suya se quedó en la fortaleza. Una vez preparados, y con el estómago lleno, tomaron camino del cementerio. Desde la puerta de Refugio Invernal había un camino que llevaba a través de un bosque hasta el cementerio. Una verja de barras de hierro labrado limitaba el cementerio. Dentro del cementerio, las lápidas eran muchas y estaban muy juntas. En medio de las lápidas, había tres mausoleos. La tierra de alrededor de algunas de las tumbas parecía haber sido removida. Un brillo enfermizo palpitaba desde algún punto cerca del más grande de los tres mausoleos. Patrin, Bree y Boreno fueron hasta la fuente del extraño brillo, y cuando se acercaron, pudieron ver que había un círculo mágico en el suelo. Ninguno de los tres tenía idea alguna de que era exactamente, o de cómo podrían desactivarlo en caso de que fuera posible. De pronto,¡ los muertos salieron como una explosión de varias tumbas! Había unos cuatro esqueletos en la zona este, la más cercana a la entrada, y otros seis en la parte sur, muy cercana al círculo mágico. Además aparecieron dos perros que parecían bultos de carne podrida, incluso a través de sus músculos podían verse sus huesos. Los esqueletos se acercaban, llevaban arcos, y las flechas volaron hacía Patrin principalmente. Boreno y Bree fueron a por el grupo de cuatro esqueletos en la zona este, Patrin lanzó su aliento de ácido contra los esqueletos, los huesos de dos de ellos se deshicieron dejando una nubecilla de gas verdoso, luego golpeó a otro con bebevidas, y el cráneo del esqueleto salió volando. Uno de los sabuesos se abalanzó contra Patrin, la dentellada fue dolorosa, tanto como el golpe que se dio al caer al suelo el paladín. Estando en el suelo, el otro perro intentó morderle, pero Patrin tenía experiencia, y puso, como tantas otras veces, su escudo enfrente protegiéndole de los dientes y garras del sabueso. Bree y Boreno se encargaron rápidamente de tres de los cuatro esqueletos, no sin llevarse algún rasguño por parte de los esqueletos. Cuando solamente quedaba uno, Boreno dejó a Bree que se encargara de él, y fue a ayudar a Patrin. Fue entonces cuando desde el más pequeño de los mausoleos, salió Ninarán, la cazadora elfa que conocieron en Refugio Invernal. Salió veloz, con gran agilidad cargó una flecha en su arco, y disparó contra Bree. La flecha se le clavó en el hombro izquierdo, con dolor, Bree dio un último espadazo al esqueleto, y corrió hacia Boreno y Patrin. Boreno acabó con varios esqueletos, Patrin sintió un fuerte dolor, la herida del mordisco del maldito perro les estaba quemando, haciéndole la herida caza vez más grande. La elfa se movió con rapidez, volvió a disparar a Bree. Esta vez la flecha atravesó la pierna de la mediana, que le hizo caer al suelo. Patrin consiguió librarse de uno de los perros atravesándole el cráneo con bebevidas. Boreno dejó caer su espadón, sacó un mangual, y el escudo que había pedido a Tahir el herrero. Una vez preparado, fue a por Ninaran. La elfa le disparaba constantemente, Boreno se parapetaba entre su escudo y las lápidas de las tumbas. Alguna flecha consiguió hacerle algún rasguño, pero Boreno consiguió llegar hasta Ninarán y herirla con el mangual. Aún así, Ninarán conseguía escapar y disparar a cierta distancia. Patrin acabó con el último enemigo, y acudió para ayudar a Boreno. Entre los dos, consiguieron dejar inconsciente a la Elfa. Rápidamente, fuero en ayuda de Bree, el paladín la ayudó a curarse.

Tras atarla y registrarla, encontraron una nota en los bolsillos de Ninarán, decía:

“He recibido tu informe sobre los aventureros. La próxima vez que los veas pon fin a su entrometimiento. Mezcla la sangre de 10 personas con el elixir que te trae el mensajero. Luego dibuja este símbolo en el suelo de un cementerio y derrama el líquido sobre las líneas. Eso te deberá proveer de una fuerza que los apre. Estoy casi a punto de terminar, si vienes al segundo nivel de la fortaleza, la contraseña es: En el suelo, algo mágico ha sido hallado.

-kalarel.”

El paladín estaba muy enfadado. Había hablado con Ninarán en el pueblo, y le había engañado. Y con un grito de rabia, y ante los sorprendidos ojos tanto de Boreno como de Bree, dijo: “¡Ha esta me la follo!”. No sucedió tal cosa, pero Boreno intentó interrogar a la elfa, pero cada vez que sufría alguna amenaza o daño, se reía con más y más fuerza. Así que finalmente la dejaron por imposible, y decidieron llevarla a Refugio Invernal, donde sería Juzgada.

viernes, 13 de mayo de 2011

Crónicas de Aventura. Página 9.

Quizás sea el propio Boreno quien junto a una enorme cerveza, en alguna taberna, pueda contar lo que en aquel momento rondaba por su cabeza. Tras él, varios hobgoblins; a su lado, Bree, la pequeña mediana a la que siempre había protegido, se encontraba herida, pero en pie; al otro lado, tendido en el suelo y con una daga al cuello, su amigo Patrin. La sangre iba formando un charco cada vez mayor, los segundos eran eternos, pero a la vez el tiempo pasaba demasiado deprisa, su amigo se moría. “¡Tirar las armas!” Grito el Hobgoblin, Bree quiso resistirse, pero acabó tirando la ballesta, intentó quedarse con su espada corta, pero era demasiado grande y ella demasiado pequeña, e insistieron en que la tirara lejos. Boreno, tiró su gran espadón, pero tras su cinturón y un hueco de su armadura de escamas, ocultaba una daga. Los hobgoblin, confiados en su victoria, se relajaron. El que estaba con Patrin, lo dejó tendido en el suelo, se apartó en dirección a Boreno, momento que éste aprovechó para sacar la daga y atacar. Los hobgoblin sorprendidos no se dieron cuenta de que la intención de Boreno era recuperar la espada larga Bebevidas de Patrin. Bree corrió hasta Patrin, “maldita sea, si hubiera comprado alguna pócima” pensó. Limpió la herida tan rápido como pudo con sus mangas, pudo ver como una de las escamas del dracónido se le había clavado en la herida, introdujo sus pequeños dedos, tiro con fuerza pero las escamas del dracónido eran durísimas, lo volvió a intentar una vez más, y esta vez consiguió sacarle su propia escama. Patrin se revolvió con un gesto de dolor, consiguió abrir los ojos. Tenía un brillo azulado en ellos. Bree se levantó, y fue a ayudar a Boreno, quien luchaba contra cuatro hobgoblins, cada vez estaba más cansado, y tenía heridas por todo su cuerpo, no sabía cuánto más podría aguantar. Bree cogió un mangual, con el que golpeo a un Hobgoblin, pero este respondió con un potente ataque que golpeó a la mediana en la cabeza y la hizo caer inconsciente. Patrin había llegado a una esquina, sus manos tomaron el brillo azulado de sus ojos, y pudo curarse la herida más peligrosa. Cuando vio caer a la mediana, fue hasta ella. Boreno en un arrebato de rabia, descargó a bebevidas contra el hobgoblin que había golpeado a Bree, arrebatándole la vida, entonces sintió como bebevidas traspasaba energía desde su filo a Boreno, dándole un poco de aire y energía para continuar el combate. Patrin llegó hasta Bree, y le impuso las manos, sanándole el golpe de la cabeza, un hobgoblin aprovechó el momento para golpear a Patrin, quien cayó al suelo inconsciente de nuevo. Boreno acabó con la vida de otro Hobgoblin, solamente quedaban dos, y uno de ellos echo a correr diciéndole al otro “¡¡voy a avisar al capitán!!”. Bree trató de curar a Patrin, pero solo consiguió estabilizarlo, no corría peligro, pero seguía inconsciente. Boreno asestó otro golpe mortal a su enemigo. Escucharon que se acercaban más enemigos, y sin dudarlo, Boreno agarró como pudo a Patrin, y salieron escaleras arriba.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Crónicas de Aventura. Página 8.

Bebevidas, la espada mágica que Patrin consiguió en el cubil del joven dragón blanco en su primera aventura en El Salón de los Kobolds, cortaba el aire una y otra vez intentando que los zombis no se acercaran, pero eran muchos, uno consiguió agarrar al dracónido impidiéndole moverse con libertad, otro zombi aprovechó el momento para lanzar un mordisco a Patrin pero el paladín interpuso su enorme escudo entre él y los afilados dientes del zombi. Desde el pasillo que daba acceso a la sala, llegó una luz, Bree sujetaba una antorcha, Boreno, su gran espadón que no dudó en utilizar para ayudar a su amigo. Bree soltó la antorcha, y desenvainó su espada corta. Los filos de metal bailaban en el aire brillando con la luz de las antorchas, los golpes contra los zombis se sucedían uno tras otro, pero las criaturas, alzadas por la oscuridad, no sentían dolor, devolvían los golpes con sus negras y sucias uñas. Patrin dio una estocada que arrancó la cabeza del zombi que le mantenía sujeto, el espadón de Boreno con un duro tajo, acabó con otro, la mediana tras realizar una finta, cortó la pierna de uno y con un revés, atravesó a otro. No tardaron en acabar con los pocos que quedaban. La ayuda había llegado en el momento oportuno. La sala tenía otra salida en la parte contraria de la que habían entrado, se asomaron para descubrir una zona donde había varios sarcófagos, pero prefirieron no molestar a los muertos volviendo de nuevo hasta la extraña y peligrosa runa. Esta vez, se tomaron su tiempo, Patrin se desvistió de su armadura completa, lo que les llevó un buen rato. Bree aburrida, saltó al otro lado. Después lo hizo el dracónido, ayudado de nuevo por Boreno, y esta vez, sin armadura, consiguió saltar. Boreno tampoco tuvo ningún problema. El pasillo continuaba unos metros para girar hacia la izquierda y encontrarse más tarde con otra runa de similares características. Utilizaron el mismo sistema, pero esta vez, Patrin volvió a pisar la runa aunque esta vez, para alivio de todos, no sucedió nada.

Llegaron a una sala rectangular, vacía como el resto del lugar, con unas escaleras al final que descendía hacia una zona iluminada. Bree fue la primera en bajar.

Una gran sala se abría en el piso inferior, en el centro había un pozo, en frente dos grandes Hobgoblins con armaduras de escamas y escudos pesados hacían guardia. Tras ellos, otros dos hobgoblins al final de la sala, junto a una abertura que daba acceso a otra sala, hacían lo propio. Al final de la otra sala, podían ver una jaula de acero con una enorme araña casi del tamaño de un caballo. El Hobgoblin más cercano tenía unas enormes orejas puntiagudas que sobresalían de su casco, y de su boca de brillantes y afilados dientes salieron sus palabras: “¡La sombra busca la sombra!” Lo que dijo Patrin, poco importa, los Hobgolins dieron la voz de alarma, yendo los dos primeros hasta la escalera he interponiendo sus escudos a modo de muro para evitar el acceso de los aventureros. Uno de los otros Hobgoblins corrió hacía la habitación norte, en dirección a la jaula, y el cuarto, se acercó hasta una puerta en la pared oeste. Bree fue la primera en llegar hasta los escudos de los hobgoblins, pero estos utilizaron sus manguales para repeler a la mediana. Boreno inició una lucha por la posición, pero cada golpe de su espadón era repelido por el escudo. Bree dejó pasar al ligeramente herido Patrin, pero pronto descubrieron como el hobgoblin de la sala norte había soltado a la enorme araña, que avanzaba a gran velocidad en dirección de las escaleras. Boreno y Patrin consiguieron golpear varias veces a los humanoides, pero ellos también consiguieron alcanzarlos varias veces. Desde la puerta de la pared oeste, salieron otros tres Hobgoblins más. La araña llegó a las escaleras, subió por la pared, pasó por encima de los hobgoblins dejandose caer contra el dracónido, pero su ataque falló de forma estrepitosa, quedándose en las escaleras a merced del paladín, quien con una plegaria a su diosa y dos tajos acabó con la peligrosa araña. Boreno acabó con un hobgoblin, pero rápidamente su posición fue ocupada por otro de los hobgoblis. Bree intentaba hacer lo que podía, pero estaba bastante herida, el Paladín tras coger aire, se lanzó a por otro hobgoblin, consiguió derribarlo abriendo una brecha, los hobgoblins retrasaron su posición, Boreno y Patrin aprovecharon para adelantarse y no dejar de atacar, pero un golpe fatal hizo caer a Patrin, quien se quedó inconsciente, los brazos de Boreno no dejaban de lanzar golpes con su espadón a dos manos, Bree utilizó su ballesta, se encontraba herida, acercarse demasiado al enemigo era muy peligroso. Viendo que no conseguían acabar con Boreno, uno de los hobgoblins, agarró a Patrin y consiguió arrastrarlo, poniéndole una daga sobre la garganta: “Detente o lo mato” Dijo el hobgoblin en idioma común. Boreno se detuvo al instante, al igual que Bree, quienes miraban atónitos como Patrin pendía de un hilo. Se estaba desangrando, si no le cerraban la hemorragia moriría.

martes, 10 de mayo de 2011

Crónicas de Aventura. Página 7.

Bree seguía sujetando su espada contra el goblin, con la otra mano, cogió una campanita de bronce que había sobre la mesa y que seguramente sería el método de dar la alarma. Boreno consiguió que el otro goblin le informara de donde se encontraba su jefe: “en las puertas tras las cortinas” había dicho. También les informaron de que en las salas contiguas había más goblins. Llegado el momento, Patrin, dracónido paladín de Erathis, acabó con la vida de los goblins. Y no pensaba en dejar con vida a ningún otro. Son seres que destrozan atacan e impiden que la civilización siga su curso normal, su destino, era erradicar todo ese mal.

Cruzaron las cortinas del fondo de la habitación, y se encontraron con una puerta doble. Bree la abrió con mucha cautela, lo mínimo para poder ver que tras la puerta, había un goblin agarrando una lanza y montando guardia. Volvió a cerrar la puerta, y dispusieron un plan. Ataría una moneda a un hilo largo, lo pasaría por debajo de la puerta, y cuando el goblin se acercara lo suficiente, darían una buena patada a la puerta que chocaría con la cabeza del globlin. Boreno decidió dar la patada, pero Patrin le aseguró que era más fuerte, y Boreno se hizo a un lado. Bree miraba por debajo de la puerta, y cuando el goblin cayó en la estúpida trampa, y se agachó para coger la moneda, Bree hizo una señal, y Patrin lanzó un fuerte patada contra la puerta que derribó al goblin. Entraron rápidamente, Bree y Patrin fueron a por el goblin, mientras que Boreno pasó de largo, vio unas cortinas, pasó tras ellas y se encontró con un goblin de enorme volumen en una pequeña cama. Sus dedos eran gruesos y retorcidos, y sus ojos crueles. El goblin intentó levantarse, había agarrado una ballesta, pero Boreno le golpeó e hizo que volviera a caer al otro lado de la cama, el goblin agarró entonces una enorme clava y con un giro estirando todo su brazo, golpeó a Boreno en el pecho. El enorme humano sintió como todos los huesos de su cuerpo vibraban por dentro, y sentía como si los músculos se le hubieran pegado a los huesos, y apenas podía moverse. Patrin apareció entonces, con su armadura completa llena de salpicaduras de sangre, alzó su espada larga Bebevidas y la hundió en el seboso goblin.

En la sala había un cofre, la llave para abrirlo la consiguieron de los bolsillos del goblin, en su interior encontraron cerca de 500 monedas de oro, y una varita de bonito aspecto. Después, volvieron sobre sus pasos hasta la sala del principio, la que daba acceso al complejo por las escaleras de entrada, y optaron por avanzar por la puerta que el goblin había dicho, que “era mejor no ir”. La puerta se abría a unas escaleras que descendían a la oscuridad. Un olor a muerte les engulló nada más bajar los primeros escalones. Encendieron una antorcha, y comenzaron a bajar. Al final de las escaleras, siguieron por un pasillo, que tras varios metros se bifurcaba, fueron por el lado de la derecha, el pasillo, volvía a bifurcarse, y otra vez, eligieron el camino de la derecha. En el suelo, encontraron unas extrañas runas inscritas. Por la forma la posición y el lugar, dedujeron que las runas, se activarían por contacto, y quien sabe cuál sería su efecto. Las runas ocupaban todo el ancho del pasillo, y unos tres metros de largo. Mientras Patrin y Boreno discutían sobre las posibilidades, la inquieta mediana saltó hasta el otro lado. Luego Patrin intentó hacerlo también, ayudado por Boreno, pero el peso de la armadura completa hizo que el dracónido se diera de bruces contra el suelo, activando las runas. Un grito ensordecedor llenó los oídos de los tres, Patrin se levantó, y salió a todo correr devuelta hacia la salida, Bree hizo lo propio, pero Boreno consiguió atraparla al vuelo, y logró tranquilizarla una vez los gritos cesaron. Patrin había desaparecido adentrándose en la oscuridad. Bree llevaba la antorcha encendida, y junto a Boreno volvieron en busca de Patrin.

Todo estaba demasiado oscuro, no sabía dónde estaba, ni porque. Algo le había asustado, algo como nunca antes había sentido se introdujo en su mente, le hizo correr presa del pánico, y ahora estaba solo, o eso creía. Escucho algo moverse, metió su mano en la mochila, tenía que tener la antorcha por algún sitio, sus garras desgarraron ligeramente las telas de la mochila mientras con prisa, palpaba la comida, un plato, las cucharas… ¡por fin la antorcha! Ahora solo faltaba la yesca y el pedernal… un viento frío le sacudió la cara, sentía que algo se movía a su alrededor, encontró lo que buscaba, encendió la antorcha con milagrosa habilidad, iluminando una vacía estancia, excepto por las criaturas que le rodeaban y avanzaban a paso lento hacia él. La piel y la carne de lo que antes debieron ser humanos, estaba podrida, podían verse las tripas y los músculos ennegrecidos de varios de ellos, Patrin nunca antes había visto un zombi, si bien, había escuchado hablar de estas criaturas creadas por maléficos rituales, nunca hubiera esperado encontrarse frente a tan desagradables seres.

Dejó caer la antorcha para poder coger su escudo, desenvainar su espada mágica bevebidas, y comenzar a luchar.

sábado, 7 de mayo de 2011

Crónicas de Aventura. Página 6.

Quizás en el pasado el camino hasta la fortaleza hubiera sido un paseo dado su buen estado, pero Patrin, Bree y Boreno pudieron averiguar lo arduo que era actualmente llegar hasta el lugar. Hierbajos, helechos y árboles pequeños dificultaban el avance. El camino atravesaba un pequeño bosque lleno de vegetación y mosquitos que no dejaban de molestar. No pudieron darse demasiada prisa, la gran armadura completa que llevaba el paladín dracónido era bastante pesada, y Bree no dejaba de quejarse de la lentitud del viaje.

El estrecho camino terminó ensanchándose en un claro. Unas enormes pilas de bloques de piedra rotos y de madera quemada dominaban el claro, extendiéndose desde su centro hasta el límite del claro. Aunque el bosque había comenzado a reclamar el camino que conducía hasta el lugar, no se había colado entre las ruinas de la fortaleza del páramo sombrío. Sin embargo, Bree, Patrin y Boreno advirtieron que alguien había manipulado las ruinas. En el centro de los restos, unos bloques de piedra y madera estaban amontonados formando una pila. Alguien había abierto un camino en medio de los restos y había despejado las ruinas hasta dejar al descubierto una escalera de piedra.

Bree se adelantó, silenciosa como una sombra, bajó cada peldaño con cautela, llevaba preparada la ballesta en sus manos. Las escaleras eran de piedra labrada, tal vez por enanos. El parpadeo de la luz de una antorcha salía de la sala a la que descendía las escaleras. Bree se asomó cuanto pudo, intentando no revelar su presencia. La estancia era cuadrada, con cuatro columnas estrechas. Tres pasillos salían de la estancia, uno a la derecha, otro a la izquierda, y por último, otro hacia el frente, donde Bree pudo ver a un goblin que vestía una sucia armadura de cuero. Tenía unas orejas excesivamente puntiagudas y estaba apoyado contra la pared mordiéndose sus largas y negras uñas. Con el mismo sigilo que había desdendido las escaleras, volvió a subirlas, y tras comentar con Boreno y Patrin la táctica a seguir, volvió a descender las escaleras. Esta vez el goblin estaba de espaldas, tenía una larga lanza que había introducido entre su armadura de cuero y su espalda con la que se estaba rascando. Bree, con la ballesta preparada, apuntó durante unos segundos, y cuando estuvo segura del tiro, disparó contra el goblin. El virote atravesó el cuello del desdichado goblin que cayó de rodillas con las manos agarrándose la garganta. Bree avisó a sus compañeros. Boreno fue el primero en bajar con el espadón a dos manos preparado, tras él, Patrin cubría la retaguardia. Bree registró al goblin, no llevaba nada. Boreno, con su espadón en alto siguió por el pasillo de enfrente. Otro goblin, con una espada corta en el cinturón, apareció de repente. Se quedó literalmente pasmado ante lo que presenciaban sus ojos, un enorme y musculoso guerrero con un más grande aún espadón, y tras él una mediana sobre el cuerpo sin vida de su compañero, y un enorme dracónido. Tampoco salió de su estupor cuando Boreno le dijo que tirase las armas y se rindiera, miro hacia su izquierda, volvió a mirar a Boreno, quien le siguió presionando para que le obedeciera, y no dudo en tirarse al suelo y suplicar por su vida. Otro goblin salió entonces desde la izquierda del anterior, espada en mano, pero Boreno le convenció para que dejara las armas y se tirara al suelo. Tras interrogarles, Boreno les dejo marchar.

Ambos goblins corrieron temerosos, tanto, que el que iba en cabeza olvidó la trampa que ellos mismos pusieron en la entrada y que gracias a la diosa fortuna Avandra, ni la mediana, ni el guerrero, ni tan siquiera el enorme dráconido pisaron. Justo en medio de la sala, el primer goblin cayó a un pozo lleno de ratas. El segundo goblin pasó por un lado, subiendo las escaleras tan rápido como pudo. El otro goblin comenzó a gritar, las hambrientas ratas hacía días que no comían nada, y el goblin era un rico manjar que sin duda, daría paz a sus tripas. Bree se asomó al pozo e hizo callar al goblin disparando su ballesta.

Boreno había conseguido algo de información, en un lado estaban los almacenes, tras otra puerta, unas excavaciones, la puerta más al sur, llevaba a un lugar donde “mejor no ir” según dijo el goblin, y por último, el pasillo del oeste los llevaría ante “El Gordo”, en las salas de tortura. También les informaron del gran señor, pero no tenían mucha información al respecto.

Decidieron ir por el pasillo oeste para encontrar a quien mandase en ese lugar. El pasillo giraba a la derecha, terminando en una sala con 3 puertas. De dos de ellas salía luz. Bree se asomó por debajo de la puerta que estaba más al norte. De esa sala salía bastante calor, y pudo contar varios pares de piernas de goblins. Luego miró por debajo de la puerta que tenían a su derecha, pudiendo ver un largo pasillo. Abrió la puerta con mucho cuidado. Patrin y Boreno se quedaron tras la puerta, y Bree con su sigilo habitual, avanzó por el pasillo. Se detuvo al escuchar un par de voces distintas, eran goblins. Logró asomarse a la esquina de la pared, al final del pasillo, vio a dos goblins muy concentrados jugando una partida de cartas, sentados en una mesa de madera. Volvió con Patrin y Boreno, y tras ponerse de acuerdo, Bree llegó de nuevo a la esquina, silenciosa, y gracias a su pequeña estatura, pudo agacharse y meterse debajo de la mesa sin ser vista. Boreno avanzó entonces lentamente, intentando no hacer ruido, cuando escuchó un fuerte golpe, entonces se lanzó corriendo. Al llegar a la esquina, vio a un goblin en el suelo con Bree encima sosteniendo su espada corta sobre el cuello del goblin, el otro miraba atónito la escena, y Boreno puso su espadón en la garganta del segundo goblin. Patrin llegó un par de segundos después.